Acabamos de superar el tercer aniversario del decreto de estado de alarma que todos recordaremos para siempre. Aquellos días grises, con un confinamiento total de la población que parecemos haber olvidado porque si algo tiene el ciudadano es una memoria cortoplacista. Bajo ese color gris decidí publicar un libro con una portada que invita en un primer momento a recordar tales días con tristeza. Muchos fallecidos y también muchas privaciones de libertad.
A medida que avanzaba dicho confinamiento, traté de crear un proyecto en Instagram relacionado con lo que estaba estudiando, el derecho. Yo estaba acabando la carrera y había encontrado mi pasión en el ámbito jurídico, por lo que comencé a dar mi punto de vista en mi página jurídica referida, reflexionando sobre la vulneración de derechos fundamentales que creía que estábamos sufriendo. Un año después fue confirmado por el propio Tribunal Constitucional. La red pronto comenzó a crecer mientras que yo acababa de empezar en redes sociales. Recuerdo aún la sensación de recibir más de 10.000 seguidores en un solo día al tiempo que me tomaba una cerveza en mi pueblo de 200 habitantes.
A partir de ahí se me ocurrió que podría compilar todos esos análisis —que no dejaban de estar esparcidos y desorganizados en distintos post de Instagram— y escribir un libro. Es ahí donde me puse manos a la obra. Decidí organizarlo en dos bloques distintos. En primer lugar, y como quería que no fuese un libro solamente para los estudiosos del derecho, sino para cualquier ciudadano que quiera comprender qué sucedió con sus derechos durante la pandemia, escribí un primer bloque explicando qué son los derechos fundamentales y qué protección jurídica tienen en el ordenamiento jurídico español. Porque esa fue la motivación del libro: que fuera un ensayo para la gente, no solamente para quienes habitan en el nicho de las leyes. En segundo lugar, traté de establecer en diferentes capítulos un análisis sobre el derecho fundamental que se había vulnerado. Es decir, un capítulo dedicado a la libertad religiosa, otro al derecho a la vida en las residencias, y así con todos los derechos y libertades que consideraba que se habían vulnerado. Aquí sí traté de analizarlo conforme al derecho, puesto que la ocasión y la inmediatez del concepto es lo que me sugerían.
El libro está escrito con un vocabulario jurídico que cualquier persona puede comprender. Al fin y al cabo, no dejan de ser los derechos fundamentales de los ciudadanos los que se han vulnerado, por lo que debía realizarse un análisis jurídico con rigor y lenguaje claro. No obstante, la manera en la que está analizado permite al lector entenderlo, aunque se encuentre fuera del mundo de las leyes. Es por ello que se realizan al final del libro una serie de conclusiones que sintetizan la reivindicación principal que se hace en cada capítulo.
Recomiendo a todo ciudadano interesado lo sucedido durante la pandemia que lo lea, puesto que soy un firme defensor de que el derecho es importante, dado que su conocimiento te hace entender el sistema en el que vivimos y, sobre todo, que los derechos fundamentales son el pilar de la Constitución y los que nos permiten tratarnos con respeto en una sociedad civilizada.