Chat GPT: ¿Cómo puede ayudarnos esta IA a la comunidad educativa?, por Laura Cuesta Cano

Llevo más de diez años siendo docente universitaria y, al igual que para mi trabajo del día a día, he estado todo este tiempo estudiando y aprendiendo todo lo que la tecnología puede ofrecernos no solo a nivel laboral, sino como sociedad.

Del mismo modo que somos muchos los que compartirnos la idea de que la innovación, la digitalización y la robótica no van a terminar con la capacidad creativa y evolutiva del hombre, ha surgido toda una corriente de «neoluditas» que pretenden que alejemos la tecnología de nuestras vidas. Tal y como expresó Kristian Hammond, profesor en la Universidad Northwestern, en su charla TEDxUChicago en 2017, a medida que las máquinas se vuelvan más inteligentes y «humanas», nos harán a nosotros menos máquinas, ya que, libres de los procesos más automatizables y tediosos, podremos dar rienda suelta a toda nuestra capacidad y potencial para descubrir, inventar, crear…

Porque vivimos en un mundo tecnológico y conectado, en el que la transformación digital de todos los sectores ya no es una opción.

Pero esto no es nuevo. Desde siempre, cada vez que una nueva tecnología ha aparecido rompiendo con lo establecido, la mayor parte de la sociedad, fruto del desconocimiento o simplemente del miedo a la transformación del mundo existente, o bien se mantenía escéptica o luchaba para evitar cualquier movimiento revolucionario. Ocurrió con la imprenta, el ferrocarril, la electricidad o con el propio Internet. Lo explica excepcionalmente el filósofo José Antonio Marina en su libro Anatomía del miedo: «El miedo a que la sociedad en que vivimos se desplome impulsa a mucha gente a refugiarse obsesivamente en sus creencias tradicionales».

Centrándonos en la educación: si algo tengo cada vez tengo más claro y comparto es la filosofía educativa del profesor norteamericano Ian Jukes: «Tenemos que preparar a los estudiantes para su futuro, no para nuestro pasado». Porque solo así estaremos preparando a las nuevas generaciones para el fascinante mercado laboral que está por llegar y que, en gran parte, aún ni conocemos.

¿Y cómo no iba a ocurrir lo mismo con el tsunami que ha supuesto la irrupción de las IAs generativas? En el fondo todo redunda en que cuando no aceptamos perder el control y desconocer algo, en este caso, la tecnología, lo más fácil es inventar todo tipo de excusas y explicaciones que justifiquen que lo mejor es prohibir o eliminar.

GPT, el chatbot desarrollado por OpenAI y lanzado en noviembre de 2022, ha roto todas las expectativas llegando al millón de usuarios registrados en tan solo cinco días, y superando así todos los récords de adopción de las actuales plataformas digitales. Pero, ¿qué tiene Chat GPT para que esté inundando los titulares de prensa durante los últimos meses?

Se trata de una herramienta basada en inteligencia artificial que genera texto de forma similar a como lo haría un humano dando respuesta a preguntas coherentes o pidiéndole la generación de un texto creativo. Es decir, esta IA conversacional puede suponer el aumento en la productividad de los profesionales de todos los sectores y, con ello, la reducción de costes para muchas empresas.

Pero en cuanto se ha comenzado a ver el potencial de Chat GPT también apareció el pánico:  Centros docentes y universidades prohibieron su uso ante la posibilidad de que el alumnado hiciera sus trabajos de manera automática limitando o eliminando toda su creatividad e invención.  Tan rápido como se difundían los usos de la IA por todas partes, se estaban implementando sistemas para detectar su uso (irónicamente desarrollados por la propia OpenAI hace un par de años) y poder bloquearlo y sancionarlo. Pero, ¿realmente volver al papel y al boli es la solución más coherente en pleno siglo XXI?

Lo que no terminamos de comprender, tanto los padres como los docentes, es que los adolescentes y jóvenes nos llevan mucho recorrido: «Cuando nosotros vamos, ellos ya están de vuelta».

Así que, ¿no será más efectivo trabajar con ellos en el uso de esta tecnología para descubrir tanto la ayuda que puede suponer en el proceso educativo como de los aspectos negativos que tiene?

Dejémosles que la prueben, la trasteen, vean sus errores, que se den cuenta de cuánto y cómo puede fallar, y solo así podrán desarrollar las habilidades suficientes para ‘entrenarlas’ justo para aquello que realmente les ayude: como es la sinterización de conceptos o, por lo contrario, que los errores que esta aporta puedan llevarlos a dar por válida y veraz información incorrecta.

Se pueden plantear actividades en clase, desde el análisis y la visión crítica, para que valoren hasta qué punto pueden ayudarnos las IAs generativas a enriquecer nuestro trabajo o en qué partes puede fomentar la confusión o desinformación. Un trabajo en el que busquen datos con Chat GPT, tanto actuales como antiguos, para retarla y que puedan ser verificados o, por el contrario, que difieran de los estudios y estadísticas publicadas en la red. Con toda la información encontrada, los alumnos podrán presentar argumentaciones en base a los datos analizados y contrastados.

En este uso de la IA no se trata de «copiar y pegar», de que responda las preguntas de un examen o desarrolle el texto completo para un trabajo de clase —que es justo en lo que se basa parte de la comunidad educativa para prohibir las herramientas de los centros educativos y universidades.

Además, no solo hablamos de lo que Chat GPT puede ayudar o mejorar el aprendizaje de los alumnos, sino que la herramienta también puede convertirse en un sistema de optimización del tiempo de los docentes, los cuales podrán utilizar el chatbot para crear las tareas más mecánicas de su trabajo diario, como pueden ser el planteamiento de ejercicios o unidades didácticas para clase, para así poder ellos dedicar más tiempo a buscar contenidos que favorezcan la reflexión y el pensamiento crítico del alumnado.

Dentro de muy poco, cuando se lance la nueva versión, Chat GPT4, al igual que ocurrió con el resto de IAs que generan imágenes inéditas en alta calidad como MidJourney o DALL-E, este pasará a ser de pago. Quizá sea el filtro natural que frene el uso masivo y convierta al chatbot en la herramienta imprescindible para todos los procesos de trabajo futuros.

Sin duda, debemos integrar los avances tecnológicos en los sistemas educativos adquiriendo nuevas fórmulas pedagógicas, pero para ello, como siempre, será necesaria la implicación de toda la comunidad educativa: formar al profesorado en la adquisición de estas nuevas competencias digitales para poder educar e instruir a los alumnos en el correcto uso de estas tecnologías.

¿Tenéis ganas de innovar? El reto está en nuestras manos.

Laura Cuesta Cano
Profesora de Comunicación y Nuevos Medios de la Universidad Camilo José Cela, Estrategia Digital en el Servicio de Prevención de Adicciones de Madrid Salud y especialista en la formación a familias, docentes y menores para el uso seguro y saludable de las pantallas en: ww.educaciondigitalparafamilias.com
@lauracuestacano

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