En el siglo XXI, la concepción de la discapacidad ha evolucionado significativamente, pasando de un enfoque basado en la limitación y la dependencia a uno centrado en la diversidad funcional y la inclusión social. En este artículo, abordaremos el tema de manera genérica, tratando brevemente la perspectiva social y sus consecuencias, surgidas al afirmar que la discapacidad también es una forma de diversidad funcional.
La discapacidad como diversidad funcional
Tradicionalmente, la discapacidad ha sido considerada como una condición que afecta negativamente las habilidades y capacidades de una persona. Sin embargo, en el siglo XXI, se ha reconocido que la diversidad funcional abarca una amplia gama de características y habilidades, y que cada individuo tiene diferentes formas de interactuar con el entorno.
La perspectiva social de la discapacidad
Uno de los cambios más significativos en nuestra comprensión de la discapacidad ha sido el enfoque en la perspectiva social. En lugar de centrarse únicamente en las limitaciones individuales, se reconoce que las barreras sociales y ambientales pueden impedir la participación plena de las personas con diversidad funcional. Esto ha llevado a un movimiento hacia la creación de entornos inclusivos y accesibles que promueven la igualdad de oportunidades para todos.
Avances científicos y tecnológicos
El siglo XXI ha sido testigo de avances científicos y tecnológicos que han mejorado significativamente la calidad de vida de las personas con dicha discapacidad. Desde prótesis avanzadas y dispositivos de asistencia hasta tecnologías de comunicación y accesibilidad, estas innovaciones han permitido a las personas con diversidad funcional superar barreras y participar en la sociedad. Pero cabría preguntarse si tales afirmaciones, procedentes de medios de comunicación y estrategias políticas son del todo ciertas.
Si bien es cierto esa mejora, el bienestar individual sigue dependiendo de factores económicos, como todo. Por ejemplo: Tener mejor acceso a médicos privados, asistencia personalizada, medicinas, psicólogos y psiquiatras, entrenamientos personales o rehabilitación asistida, rampas y estructuras para la movilidad reducida tanto en el hogar como en edificios públicos y privados, transporte público aún más adaptado, y un largo etcétera.
Categorización de discapacidades
La enfermedad no sólo sucede en un cuerpo, sino también en uno atravesado por los conceptos y las variables que le otorgamos al término «enfermedad», «limitación», «incapacidad» o «discapacidad». Algunos tipos de discapacidad ya son reconocidos socialmente, como:
- La discapacidad física: Se refiere a limitaciones físicas que pueden afectar la movilidad, la fuerza muscular o la coordinación motora.
- La discapacidad visual: Incluye la pérdida parcial o total de la visión, como la ceguera o la baja visión.
- La discapacidad auditiva: Se refiere a la pérdida parcial o total de la audición, lo que puede dificultar la capacidad de escuchar y comunicarse verbalmente.
- La discapacidad intelectual: Implica limitaciones en el funcionamiento intelectual general, como dificultades en el aprendizaje, la comunicación y las habilidades sociales.
- La discapacidad del desarrollo: Engloba una amplia gama de discapacidades que afectan el desarrollo físico, cognitivo, del lenguaje y emocional, como el autismo o el síndrome de Down.
- La discapacidad psicosocial: Se refiere a las limitaciones en el funcionamiento mental y emocional, como los trastornos psicológicos, las enfermedades mentales o los trastornos del estado de ánimo.
- La discapacidad del habla y del lenguaje: Incluye dificultades en la producción o comprensión del habla y del lenguaje, como la tartamudez o los trastornos del lenguaje.
- La discapacidad invisible: Son discapacidades que no son fácilmente reconocibles a simple vista, como las enfermedades crónicas, las enfermedades autoinmunes o los trastornos neurológicos.
Es importante tener en cuenta que esta lista no es exhaustiva y que cada persona puede experimentar la discapacidad de manera única. Como escribe la filósofa y poeta Chantal Maillard: difícil, imaginar el dolor que no se padece en cuerpo propio […] Nadie padece en cuerpo ajeno.
Consecuencias sociales y legislación
Al afirmar que la discapacidad también es una forma de diversidad funcional, se han producido importantes consecuencias sociales. Se ha fomentado un cambio en la percepción pública, promoviendo una mayor inclusión y respeto hacia las personas con diversidad funcional. Además, se han implementado políticas y legislaciones para garantizar la igualdad de oportunidades y derechos para todas las personas, independientemente de su capacidad.
En España, tenemos la Ley General de los derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social del año 2013. La cual cuenta muchas cuestiones, por ejemplo, el respeto a la dignidad, el derecho a una vida independiente, la igualdad de oportunidades y no discriminación y la accesibilidad. Además, protege de manera especial a las niñas, los niños y las mujeres con discapacidad. Anteriormente al 2013 tuvo lugar en la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad (2007), que puso sobre la mesa que más de un 10% (estos datos no han sido actualizados tras dicha Convención, cifra que desde 2007 ha aumentado tras reconocerse más limitaciones físicas y neurológicas) de la población en el mundo tiene algún tipo de discapacidad, ya sea física, intelectual o sensorial.
Sin embargo, habría que cuestionar también si lo recogido en todas las leyes autonómicas, españolas y europeas se cumple, pues, según la legislación del Texto Refundido de la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y su inclusión social (aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, para establecer y regular la accesibilidad cognitiva y sus condiciones de exigencia y aplicación) especifica en su preámbulo que «La accesibilidad es una condición previa para que las personas con discapacidad, hombres y mujeres, puedan vivir de forma independiente y participar plenamente en la sociedad en igualdad de condiciones». Una accesibilidad que, como hemos expuesto anteriormente, se pone en tela de juicio.
De todo lo visible y lo invisible
Es extremadamente complejo hablar de discapacidad, no sólo por las diferentes sensibilidades que esta pueda suscitar, sino porque cada día tiene lugar un nacimiento, un padecimiento, un diagnóstico, un dolor, un accidente o una incapacidad que asola al cuerpo, ahora castigado, por la visibilidad e invisibilidad del dolor, de la incapacidad y, en la mayor parte de las sociedades, la discriminación.
Gracias a los avances tecnológicos la calidad de vida de cientos y miles de personas tiende a la mejora o a la estabilidad-igualdad en nuestra sociedad, pero queda mucho trabajo por delante para que estas prácticas se extiendan en las mayores sociedades posibles, y las personas sufrientes no se sientan castigadas por la incapacidad que la sociedad misma, ante la desigualdad (que siempre estará presente, pues un cuerpo está enfermo o no lo está), provoca.