Otra visión de los Reyes Magos: las dracmas de plata de Azes II

La moneda como fuente de saber
Mural con la representación de los Reyes Magos, Basílica de San Apolinar el Nuevo, Rávena, Italia.

Han transcurrido más de dos mil años desde que la tradición y liturgia cristiana nos relata que un niño, el Niño Dios, nació en Belén, tierra de Judá, y que unos reyes de Oriente fueron a adorarle y llevarle presentes. Este hecho se conmemora festivamente el día 6 de enero como Fiesta de la Epifanía, celebrándose en 14 países europeos, sobre todo en España y en casi todos los países iberoamericanos, además de Canadá.

«Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos magos procedentes del Oriente llegaron a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle…». (Evangelio de San Mateo, Capítulo II, Versículos 1-12)

No hubo referencia alguna a ese momento por parte de los otros tres evangelistas, ni siquiera Mateo indica ni cuántos reyes eran, ni sus nombres o procedencia exacta.

Tendría que llegar el siglo VI cuando en la ciudad italiana de Rávena se construyera una gran iglesia de estilo bizantino, la Basílica de San Apolinar el Nuevo, en cuyo interior, en el año 550, por mandato del emperador Justiniano, se realizó una gran mural, un mosaico, en el que se representa la primera imagen gráfica de la que tenemos referencia: tres personajes ataviados al modo persa con sus nombres encima de las cabezas y representando distintas edades. Así, aparecen los Reyes Magos con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar.

Puede sorprender el hecho de que, en dicho mosaico, Baltasar no se muestra de raza negra, sino como un hombre blanco con barba negra, y seguiría siendo representado así hasta el siglo XIV. También podemos apreciar que Melchor parece el más joven. No sabemos a dónde van ni de dónde vienen, ni tampoco podemos ver a sus icónicos camellos ni pajes, solo los reyes son los protagonistas y de una forma diferente a la que estamos acostumbrados a verlos en la imaginería clásica.

Diferentes estudiosos y eruditos de la Historia Antigua señalan a los personajes reales como sacerdotes persas o astrólogos árabigo-caldeos, probablemente babilonios, que estudiaban la relación entre el curso de los astros. De ahí puede provenir el relato de que siguieron a una brillante estrella que les condujo hasta Belén.

Las dracmas de plata de Azes II que, supuestamente, representan al rey Melchor o Menkon

El seguimiento del astro luminoso por parte de los Magos de Oriente da pie a la teoría que utiliza esa imagen para «defender» la autenticidad histórica de un tipo de monedas, dracmas de plata, acuñadas en el siglo I a.C., concretamente entre los años 35 al 12 a.C., pertenecientes al rey Azes II que gobernó a los escitas en el norte de la India, actual Paquistán.

Avispados comerciantes europeos y estadounidenses aprovechan las fiestas navideñas para inundar los escaparates de las tiendas online con la espectacular oferta de «¡Uno de los tres Reyes Magos a su alcance!». Es decir, «venden» al personaje mostrado en el anverso de esas monedas antiguas, y auténticas, como uno de los posibles tres Reyes Magos, basándose en que siempre aparece a caballo con la mano alzada en actitud de seguir algo, tal vez «la estrella de Belén».

Anverso y reverso de una dracma indoescita del rey Azes II

Majestuosamente montado a caballo, de perfil, luciendo vestimenta al estilo persa de la época y una corona real de tipo griego, el rey Azes II sostiene un objeto en su mano derecha (unos dicen que es un cetro, otros investigadores que un látigo) señalando al cielo donde presumiblemente cruza una estrella. Ese anverso contiene la leyenda griega ΒΑΣΙΛΕΩΣ ΒΑΣΙΛΕΩΝ ΜΕΓΑΛΟΥ ΑΖΟΥ (El gran rey de los reyes Azes).

Anverso y reverso de una dracma indoescita del rey Azes II

Mientras que el reverso muestra a la diosa Atenea con escudo y lanza, haciendo un gesto con la mano idéntico al budista vitarka mudra. La leyenda se inscribe en lengua Kharoshti MAHARAJASA RAJADIRAJASA MAHATASA AYASA (El Gran Rey de los Reyes Azes). A la que se suma un símbolo de triratna budista en el campo izquierdo.

A partir de ahí toda literatura con la que quieran adornar este producto numismático, auténtica moneda antigua, es libre. Pero no cabe duda de que engañosa y de muy mala praxis es la fórmula utilizada para su venta, queriendo hacer pasar al rey indoescita Azes II por Melchor.

Y si no les convencen las monedas de Azes II, como uno de los Reyes Magos, siempre pueden tener la opción de la numismática bíblica adquiriendo piezas de bronce, las famosas prutah, acuñadas a nombre de Herodes el Grande en los años 40 a.C. Al fin y al cabo son monedas ligadas al nacimiento de Jesús, como los denarios de plata del emperador Octavio Augusto que circulaban en aquella época por ese territorio.

José María Martínez Gallego
Periodista y doctorando en Historia-Numismática (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido director de numerosas publicaciones (Crónica numismática, Numismático digital, Panorama numismático, Oro Información...) y galardonado con los mayores premios profesionales internacionales (Premio Vreneli de periodismo Numismático, Suiza 1997).

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