Protegiendo la inocencia en la era digital: Redes sociales y la amenaza silenciosa de la pedofilia

¿Has reflexionado alguna vez sobre todas las desventajas que dejó la pandemia? Este es el momento preciso para decirte que en esa época no solamente se desató a nivel mundial el temor de ser infectado por la COVID-19, sino que también se manifestaron e intensificaron fenómenos insidiosos aún más fuertes y que continúan vigentes en likes, vídeos de «tiktok», «seguidores» y conversaciones mediáticas; una de ellas y la más preocupante de esta era es la llamada pedofilia, conociéndose como un trastorno psiquiátrico desarrollado por personas que sienten atracción, deseo y placer sexual hacia los niños y adolescentes de ambos sexos… Una «infección» enfocada en atacar y dañar  la integridad de las nuevas generaciones. 

Como abogada especialista en el Derecho de la infancia en Venezuela, mi preocupación se centra en la peligrosa conexión entre la exposición de los niños en redes sociales y la creciente amenaza de la pedofilia; destaco cómo los padres o representantes se toman con ligereza el publicar a sus hijos, haciendo y mostrando videos con la intención de «viralizar», obtener likes o causar risa en una audiencia totalmente desconocida, violando normativas nacionales e internacionales y a su vez, derechos fundamentales que protegen el desarrollo de la infancia, reguladas por la Constitución Española, Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor, y convenios universales como la Declaración de Derechos Humanos o la Convención sobre los Derechos del Niño, de las Naciones Unidas de 20 de noviembre de 1989. Enfatizo el incumplimiento del derecho a la integridad personal, al libre desenvolvimiento, o el derecho al honor, reputación, propia imagen e intimidad familiar, que además se convierten en un blanco perfecto para «movimientos activistas de pedófilos» que, desde el año 2020, se han manifestado para regular la pedofilia como una orientación sexual y no como un trastorno mental.

El llamado M.A.P (Minor attracted person por sus siglas en inglés) o personas atraídas por menores continúa más activo que nunca, permaneciendo incógnitos detrás de una pantalla como un león hambriento buscando a su presa, con la finalidad de conectar con niños y adolescentes que permanecen en línea, o mirando cuentas mediáticas que comparten contenido visual para estos psicópatas, tanto así que en los últimos dos años se ha evidenciado un aumento alarmante en el consumo de pornografía, acoso y abuso infantil.

Evidentemente es un hecho que causa angustia, ya que no existe una regulación jurídica absoluta en el que se prohíba o limita el registro de niños en esta era mediática, tampoco en cuanto a publicaciones de vídeos y fotografías relacionadas con ellos, lo que conlleva que sean posibles víctimas de un círculo de acoso y abuso infantil, perjudicando su inocencia o mucho más allá, arruinando y desgarrando sus vidas, ya que, al ser víctimas de pedófilos o pederastas, psicológicamente desarrollarán conductas que además de afectar su niñez también afectará su proceso de adultez. El apoyo jurídico y moral para regular y cumplir los derechos de los niños y adolescentes en la era digital son muy ínfimos, es por ello que recae en los padres y representantes crear consciencia, ser precavidos y partidarios de la protección integral de los infantes, con la finalidad de que no sean agraviados por pervertidos sexuales que ocultan su identidad detrás de un like, además de que personas con este trastorno mental se encuentran regados por todo el mundo en una espera paciente, pero a la vez insaciable, de observar minuciosamente vídeos e imágenes que, por muy simples que parezcan, pueden ser la causa inminente de aniquilar la esperanza de una sana generación.

Las redes sociales, a pesar de que brindan muchas herramientas positivas, también están logrando manipular la vida de adultos y niños, donde muchos se distraen mirando vídeos divertidos y de bailes, convirtiéndose sin lugar a dudas en un foco atractivo para inducir a la pedofilia, con una manera rápida para contactar con adolescentes, e incluso se ha comprobado que depredadores sexuales se hacen pasar por uno de ellos para entablar conversaciones y pedirles material audiovisual.

Mi intención con este texto no es que priven a los hijos del uso de estas plataformas, o que padres dejen de compartir contenido en Instagram o Facebook, pero sí que como representantes e intercesores de la niñez, instruyan y supervisen el material que se comparte a través de estos medios, pues el problema no son sólo los contenidos audiovisuales que se comparten, sino que la preocupación está en los ojos que lo están mirando. Pero, ¿cómo evitar que las redes sociales se conviertan en un terreno fértil para depredadores? Para ello, y como ardua defensora del derecho de la infancia, quiero compartir y recomendar las siguientes estrategias o características para cuidar a nuestros niños «en línea»:

1.- La comunicación entre familias es una pieza fundamental, y para que sea posible es necesaria una intensa concienciación e instrucciones hacia padres y niños, para que se tenga cautela con lo que se comparte en redes sociales, en su defecto, dejar de publicar vídeos y fotografías en bikinis exponiendo sus cuerpos, por muy inofensivo que parezca, tampoco compartir direcciones de viviendas, colegios, números de teléfonos o cualquier otra cosa que pueda comprometer su integridad física, moral y emocional.

2.- Los adultos, padres y representantes, deben realizar una supervisión constante de lo que miran y comparten los niños a través de las redes sociales, instándolos a mantener sus cuentas privadas para limitar el acceso de personas desconocidas.

3.- Por último, es necesario denunciar y acudir a los organismos competentes en cualquier acto raro que se observe a través de las redes sociales, en el que se ponga en riesgo el desarrollo integral de un niño o adolescente.

Mi llamado es a las responsabilidad parental, motivar a las personas a tener y crear consciencia en que los pequeños de la casa NO son un material visual ni audiovisual para atraer seguidores, likes o realizar memes para la distracción, NO son un trueque; el deber como adultos es formar una descendencia con crecimiento sano en lo emocional, físico y moral, basado en valores, principios, amor, confianza, solidaridad, generosidad y, sobre todo, el respeto a las etapas que cada quien debe vivir. 

Achaít Díaz
Abogada de Familia y protección a la Infancia. Ex Defensora pública de la infancia en Venezuela, actualmente es socia ejecutiva de la firma de abogados Se Habla Derecho y cursa un Máster de derecho de extranjería.

2 COMENTARIOS

  1. Es una buena reflexión sobre un problema actual acuciante y que está ocasionando graves problemas entre la población infantil y adolescente gracias a la expasión en las redes sin control ni vigilancia que proteja los derechos de nuestros menores.

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