
El Día Mundial de la Salud Mental se celebra cada 10 de octubre para concienciar sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental. En esta ocasión, nos enfocamos en un problema común que muchas personas enfrentan: entrar en un bucle de pensamientos negativos que pueden afectar gravemente nuestra salud y nuestro día a día. Por ello, el abogado Raúl Herrera ha escrito el siguiente texto sobre un momento clave determinante en su salud, tanto física como mental, procedente de la carga de trabajo. En este texto, de forma clara y sencilla, Raúl propone desde su experiencia explorar algunas de las causas y consecuencias de este fenómeno, y proporcionaremos consejos prácticos para salir de este ciclo y mantener una mente sana y positiva. Si te encuentras atrapado en un bucle que no te permite avanzar, hay algunas cosas que puedes intentar para salir de él: Una opción es tratar de analizar el problema y encontrar la causa raíz del bucle. Otra opción, diríamos que la más importante, es buscar la ayuda de alguien más, como un profesional del área de psicología o tu médico de cabecera, para obtener una perspectiva fresca, recursos para tratar las obsesiones, los momentos de «no puedo» y la ansiedad.
El bucle
Llegó el día, aquel día. Se me olvidará porque quiero que se me olvide. Y es que mucho de lo que voy a contaros trata de eso, de poder olvidar, de poder sacar cosas de tu mente.
Pues ese día comenzó todo. Estaba en Cádiz con un cliente, preparando una estrategia y, de pronto, entre mis pensamientos llegó uno. Este. El de que había hecho algo mal. No vino sólo, sino acompañado de un montón más. Todos intrusos, todos no bienvenidos, llegaron para quedarse.
«Has hecho eso mal, Raúl», sonaba en mi cabeza, una vez y otra vez. Una parte de mí, este triste auditor, vino para repetirme una y otra vez que lo que había hecho estaba mal. La otra parte de mí, el Raúl de toda la vida, se asustó y tomó medidas: Revisé si era cierto que había actuado mal. Y lo cierto es que de una forma racional concluía que no, que no había actuado mal.
El censor, el Raúl auditor, seguía, una y otra vez, invadiendo todo el pensamiento con sus augurios pesimistas. Sentí pánico. Yo, que al fin y al cabo era yo, quería quitarme aquello de la cabeza, dejar de pensar, dejar de sobre pensar. Este pensamiento intruso se me irá con las horas —pensaba—. Pero no fue así, desde ese día y por muchos días más este bucle infinito iba a acompañarme.
Cuando logré hacer entrar en razón a mi yo auditor, cuando le demostré que no tenía razón, echó una carcajada y me dijo: «Vale, pero recuerdas aquello otro…». Entonces se reinició el bucle, ahora era otra cosa, otro caso, otra supuesta cagada. Mismo esquema, el auditor culpándome por meter la pata, mi otro yo explicándose que no era así. Raúl sintiendo miedo.
Este bucle duró semanas y cada día era igual, idéntico al anterior. La situación me bloqueó, no podía hacer nada, me pasaba los días pensando en ese supuesto error, y lo que fue peor, auditando todo mi trabajo, poniendo en duda todo mi trabajo, no creyendo en mí. No confiando en mí. Me sentía en un mundo de niebla, sin luz y de miedo.
Así no podía seguir, tenía tantos yoes, que ya no me encontraba a mí mismo. Era un despojo. Atenazado por el miedo. Qué dolor. Con esto me puse en manos de profesionales que me ayudaron porque yo sólo era incapaz de salir de aquel infierno. Y estos me sacaron. Salí yo, pero ellos me sacaron.
Antes de sufrir este episodio, era de los que se reía de todo eso del mindfulness y demás inventos, hasta que me mostraron lo imprescindible que es vivir con los cinco sentidos en el momento presente. Vivir el ahora. Mostrar atención plena. Sufrí ansiedad y estrés. Durante un tiempo viví con ello sin saber que lo sufría, no escuché a mi cuerpo y mi cuerpo, mejor dicho mi mente, se tomó la venganza. Lo pude arreglar, pero el coste fue muy alto. Lo pasé muy mal. Desde aquel episodio temo con volver a caer, pero hago las cosas de otro modo para que no vuelva a ocurrir, al menos para no ponérselo fácil. No desterré al censor pero le di otro trabajo. Le hice ser prudente. Y desde ese momento hago las cosas con más calma. Unifiqué mis yoes y busqué la armonía entre todos ellos, hasta el punto de que todo esto lo expuse y lo expresé en mi libro Cómo montar tu despacho y [sobre]vivir en el intento.
Quizás has vivido algo parecido, al menos durante unas horas. Te fuiste a dormir y se te pasó. Mi recomendación es que estés atento o atenta. Siempre lo digo, los abogados, por cómo está configurada la profesión, somos carne de psicólogo y de psiquiatra.
Acudir a estos profesionales no es una deshonra ni supone un descrédito, es lo mismo que acudir a un traumatólogo cuando tenemos un esguince. Los traumas son fortuitos y estos también lo son. No tengas miedo por ello. Da igual cuánto ganes, qué casos lleves, qué especialidad ejerzas: A todos nos puede pasar, pero también podemos evitarlo si hacemos las cosas de otro modo. Viviendo el ahora, con los cinco sentidos; sintiendo el momento presente, aprendiendo a decir no y sabiendo parar.
La campaña Hablemos de #SaludMental (del Ministerio de Sanidad), tiene como objetivo mejorar la concienciación de la población general sobre los problemas de salud mental. Se busca visibilizar y sensibilizar a la sociedad con el fin de disminuir el estigma que sufren las personas con problemas de salud mental fomentando el respeto de sus derechos y su dignidad.
Hablemos de #SaludMental. Normalicemos lo que nos puede pasar a cualquiera.… y, si necesitas ayuda, pídela.