Laberintos de Europa: Mito, tragedia y realidad cultural

Justo al acabar el libro de Delia Manzanero, Laberintos de Europa: Mito, tragedia y realidad cultural (Tecnos, 2024), vi en las noticias este titular de una frase que había dicho Santiago Abascal, líder de Vox: «Más muros y menos moros que no respetan a las mujeres». Eso no hizo sino confirmarme que, efectivamente, escribir, pensar y hacer filosofía, sigue siendo necesario para entender un presente donde la polarización, el extremismo y los discursos de odio, reduccionistas y populistas, están ganando terreno y envenenando nuestras sociedades. Por esto mismo, considero que el libro de Delia Manzanero, Profesora Titular de Filosofía y Coordinadora del Grado en Filosofía en la Universidad Rey Juan Carlos, aparece en un momento crucial.

El libro se divide en cuatro partes, las dos primeras (Pórtico de acceso al laberinto y La entrada al laberinto europeo) tienen un carácter más introductorio y sirven para entender el análisis que realiza la autora durante las dos siguientes (Dentro del laberinto europeo y La salida del laberinto).

La intención de Delia Manzanero es que su libro se sustente sobre unas bases claras, de ahí que establezca desde el inicio de la obra el objetivo de la misma: descifrar el mito para conocer la coyuntura de Europa. El estudio y la reinterpretación del mito, en concreto el mito del laberinto de Creta, será la forma de aprehender «cómo opera la raíz de los mecanismos metafóricos en nuestra imagen actual de Europa, la real y la imaginada» (p. 24).

Durante la obra, por tanto, nos vamos a encontrar con una Europa entendida como laberinto de laberintos, una unidad plural, diversa. Pero este laberinto, como indica Manzanero a través de las palabras de Remo Bodei, está en construcción, no es solo un recuerdo. Y ella lo construye, su libro es no solo una exposición argumental de una tesis, sino un compromiso con utilizar la propia cultura como defensa de Europa. La cantidad de autores, obras y referencias muestran que su idea de que se humanice la razón es posible y fructífera.

El análisis del mito del laberinto nos remonta al origen mítico de Europa, esa princesa extranjera raptada, que ya da cuenta de esa complicada identidad europea que Manzanero investiga de forma crítica pero con esperanza.

El método de estudio profundiza en los personajes, repensando ese camino único que nos da la interpretación tradicional del mito a través de una nueva visión de estas figuras. Por un lado, se centra en los que no han tenido voz o han sido reducidos a su destino, a su castigo, como el Minotauro, Pasífae o Ariadna; pero también hace una lectura de Teseo y esos «héroes» que, en la interpretación de Manzanero, se convierten en figuras que ponen en riesgo su idea de una Europa basada en el reconocimiento del otro, de la empatía, de una educación integral.

Desde el segundo capítulo vemos el motivo por el que Manzanero acude al mito. Siguiendo la estela de pensadores de la Escuela de Frankfurt, considera que la razón técnico-científica es incapaz de hablar de aspectos puramente humanos, algo que sí puede hacer el mito (que, contra el milagro griego, es irreductible e irremplazable por una razón fría). Ese enfrentamiento con lo desconocido al que nos abre el mito nos sitúa en un nivel más profundo.

De las interpretaciones tempranas que hace en la obra sobre Dédalo y Aracne, extrae la autora cómo Europa está formada por muchos hilos, interconectada, y su fuerza está, precisamente, en cuidar, en cultivar la relación con los «otros». La interpelación al lector es continua, y se concreta hacia el final del texto de forma explícita cuando nos incita a convertirnos en lectores descifradores del mito (algo que ella misma hace de forma magistral) y no en meros lectores consumidores de los mismos (pasivos a la recepción unívoca de los mismos, que refuerzan los nacionalismos y la ignorancia en vez de profundizar en la capacidad creadora y crítica del mito).

Nosotros, Teseos, debemos enfrentarnos desde la educación al totalitarismo, no dejar que guíen nuestra mano el odio y la violencia hacia el desconocido, hacia el diferente que no tiene la categoría de prójimo. Cita continuamente a Cortázar a este respecto, en esa lucidez que tuvo al poner en boca de Teseo las palabras: «No sé nada de ti: eso da fuerza a mi mano». Palabras que hunden a Europa en sus tinieblas, como ese Mediterráneo, cementerio del diferente.

El cómo conseguir esto es quizá la parte más importante de la obra de Delia Manzanero, pero también en la que más dudas nos asaltan. ¿Cómo enfrentarnos a la crisis, a los jinetes del apocalipsis que ahogan Europa, a saber, la pobreza, la xenofobia, la ignorancia y la desigualdad? ¿Qué agentes conseguirán superar las continuas trabas, burocráticas y materiales, que destrozan una educación que podría convertirse en faro? ¿Cómo combatir con propuestas una realidad neoliberal en la que la educación no es integral, sino competencial, el profesor no un maestro que eduque el corazón, sino cada vez más un burócrata resignado que asegure alcanzar un perfil de salida productivo?

La reflexión más brillante de la autora se produce, a pesar de mis persistentes dudas, en esas páginas en las que defiende la educación frente al mercantilismo. Convence, aunque no venza. Se apoya además en una cantidad de fuentes que amenizan y refuerzan constantemente su propuesta, lo que nos hace admirar que sea capaz de condensar la dificultad de pensar Europa:

«[…] solo desde la educación en el espíritu de tolerancia se puede transformar al ser humano y cómo es de necesario partir de la conciencia a la hora del desarrollo científico, para poner fin a esa disociación que con los años se ha ido agrandando entre saber y deber, o entre saber y poder, una fractura que nos condujo a la crisis de la modernidad y que nos ha llevado a la actual crisis global contemporánea». (p. 203)

Laberintos de Europa: Mito, tragedia y realidad cultural

El último resquicio que me queda, a pesar de la admiración, es si su crítica no precisa de una renuncia a reformar y una apuesta por revolucionar. ¿Quiere/puede Ibsen, del que usa una magnífica cita, y su reforma de las cabezas, iniciar una verdadera revolución? Es clara aquí la conexión con Kant y su idea de Ilustración, que nos lleva a reflexiones y problemas parecidos.

Manzanero, desde la interpretación del mito en conexión con la realidad europea, es una gran arquitecta, sabe no sólo la forma, sino también los materiales que conviene emplear en la construcción del espacio de convivencia que requiere Europa. Pero ¿permite el suelo arcilloso, resbaladizo y traicionero del capitalismo asentar unos buenos cimientos?

Delia Manzanero se enfrenta a estas dudas, al escepticismo hacia Europa y a la desesperanza, aunque el peso de nuestra realidad política hace que, aunque deseable, sus palabras se conviertan más en un horizonte por el que luchar que una realidad al alcance de la mano. Sería injusto decir que Manzanero no es consciente de esto y, además, la brevedad de la obra impide el desarrollo que requerirían cada uno de los problemas. Aunque como entrada al laberinto y primera exploración del mismo es una gran obra.

En conclusión, la autora representa a la intelectual comprometida, que confía verdaderamente en que el hilo de la filosofía nos saque del laberinto en que estamos encerrados. Pero no por el carácter definitivo de sus soluciones, sino por su capacidad crítica y su empeño en que las palabras se hagan carne.


Laberintos
Manuel Dieryck
Profesor de filosofía (IES Alto Guadiato). Máster en filosofía contemporánea. Comparte sus lecturas en @ibanyck

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