Mientras que gran parte de España estaba pendiente de las elecciones y del giro que podría tomar o no la política en el país, otra parte de los amantes de las letras hispanas entristecíamos ante la pérdida de Antonio Gala, poeta, novelista y, sobre todo, padrino de cientos de jóvenes artistas de distintas disciplinas: artes plásticas, investigación, música y literatura.
Ha partido a sus 92 años de edad, dejando tras de sí un inmenso legado: La Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, sita en Córdoba y abierta desde el año 2002. El lema de la fundación es ese verso del Cantar de los cantares: «Pone me ut signaculum super cor tuum», es decir: «Ponme como un sello sobre tu corazón». La fundación es una institución privada sin ánimo de lucro que tiene como objetivo que los jóvenes becados que pasen por la casa logren cultivar un futuro en al ámbito artístico-creativo, para cumplir con su sueño, compartido por Gala, de poder dedicarse siempre a la creación y a divulgar, a través del arte, toda palabra y acto poético.
De los centenares de solicitudes que cada año se reciben en la Fundación Antonio Gala para su Convocatoria Internacional de Ayudas a la Creación, sólo una quincena son los finalmente admitidos tras un proceso de selección que se alarga desde enero hasta junio de cada año, cuando se dan a conocer los nombres de los que comenzarán el siguiente curso en las estancias de la Fundación. Algunos de esos nombres son más que conocidos ya en el mundo de la literatura, como: Juan Manuel Gil, David Leo, Cristina Morales, Ben Clark, Raquel Vázquez, Dimas Prychyslyy, Clyo Mendoza, Cristian Alcaraz, Eduardo de los Santos, Violeta Font, Juando Aguilar, Begoña M. Rueda…
Por problemas de salud, Antonio Gala no pudo atender a ninguna de las tres últimas promociones de residentes. Lo que no fue cortapisa para seguir con gran interés el desarrollo, desde su habitación de las actividades artísticas de los residentes.
Mi paso por la Fundación Antonio Gala cambió mi forma de escritura. Antonio tenía la idea de que la creación se hace en común, para ver lo que hay más allá y con más fuerza. Decía que, si el pintor se sube a los hombros del escritor y este a hombros del escultor, se puede admirar lo que hay detrás del muro. En mi caso esta experiencia fue reveladora, y entendí que la palabra también nace de lo comunitario, de la mezcla, de la referencia. Se me viene a la cabeza una frase que me dijo en su despacho y guardo con cariño: «Si yo fuera tan maleducado como tú y hubiera vivido en esta época, me hubiera gustado escribir este poema». Descansa, amigo.
CRISTIAN ALCARAZ
El poema, la obra de arte, es solo una de las formas que toma lo poético, lo artístico. Antonio Gala escribió mucho y muy fecundo. Muchos poemas, muchas novelas y muchas obras. Sin embargo, es la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, sin lugar a dudas, el legado más poético que ha podido dejar. Un proyecto utópico y por eso valioso. Una apuesta por el presente, por el futuro y por lo imposible. Una idea pintoresca, extravagante e improbable. Y por todo ello necesaria. Agradecimiento siempre a esta casa de creadores, que parecía imposible e improbable. Que es necesaria. Gracias por este poema.
MIGUEL SÁNCHEZ SANTAMARÍA
Llegué a la Fundación en un momento delicado: acababa de dejar una tesis doctoral y estar allí me permitió confirmar que quería dedicarme a la escritura. Antonio hizo algo muy atrevido, casi peligroso, que es abrir un lugar para el experimento, la tentativa, el aprendizaje. En mi promoción, la vigésima, no tuvimos la suerte de convivir con él, pero le teníamos muy presente. Antonio representa la figura del intelectual que respeto y me interesa reivindicar: no el que escribe parapetado desde su torre de marfil, sino el que no tiene miedo y se involucra en lo que ocurre en la calle. Me emociona su sensibilidad, su valentía, su defensa de la vulnerabilidad y la diferencia. Estaba comprometido con lo importante.
VIOLETA FONT
Si ya no vienes, ¿para qué te aguardo?
Si ya no vienes, ¿ para qué te aguardo?
Y si te aguardo, di por qué no vienes,
verde y lozana zarza que mantienes
sin consumirte el fuego donde ardo.
Cuánto tardas, amor, y cuánto tardo
en rescindir los extinguidos bienes.
Ya quién me salve no lo sé, ni quienes
clavan el alma dardo sobre dardo.
A la mañana, que se vuelve oscura,
sigue la noche, que se vuelve clara
a solas con tu sed, que hiere y cura.
No quisiera pensar si no pensara
que, privado que fui de tu hermosura,
me olvidara de mí si te olvidara.
Nos despedimos, de la forma más sincera y humilde que podemos de un poeta, dramaturgo y novelista español, al que al final ha sorprendido la muerte y nos deja en cadena perpetua de su abrazo.