Filosofía en Prisión, una radiografía en clave femenina

¿Cuál es la relación entre centro penitenciario y sociedad civil, entre la educación y el ejercicio de la libertad? ¿Cómo repensar el concepto de justicia a partir de la situación de las mujeres presas? Estas son algunas de las interrogantes que marcaron la vida y obra de la escritora y activista, graduada en Derecho, Concepción Arenal (1820-1893). Para comprender la dimensión de su legado debemos remitirnos a una época donde estaba limitada la presencia femenina en la esfera jurídica. Más allá de esos escollos, se atrevió a revisar zonas ignoradas por el discurso público, ofreciendo acercamientos reveladores a la situación de las mujeres en las prisiones de finales del siglo XIX.

Con el libro Concepción Arenal: Claves de emancipación de la mujer que se halla encarcelada (Tecnos, 2023), la investigadora y profesora Delia Manzanero invita a reconocer las influencias de quien ayudó a desentrañar el mundo de las cárceles españolas desde un enfoque humanista. La investigación, premiada en la VIII edición de los Premios Ernestina de Champourcín, analiza momentos descollantes de la obra de Arenal a través de varios ejes temáticos: refiere la relación entre Derecho Penal y régimen penitenciario; plasma sus reflexiones sociológicas y jurídicas en torno a la condición de la mujer e incluye distintos elementos de su biografía y sus luchas personales en un contexto adverso. Pero ¿podemos afirmar que el pensamiento arenaliano sigue vigente?

Desde hace cinco años Delia Manzanero coordina Filosofía en Prisión, un proyecto que propicia el desarrollo de talleres de filosofía aplicada en centros penitenciarios de Madrid y Toledo. En ese ámbito, alumnos y profesores de la Universidad Rey Juan Carlos analizan, junto a reclusos y funcionarios de prisiones, conceptos filosóficos que hoy resultan decisivos para el bienestar personal, tanto para la salud de los internos como para la ciudadanía en general. Conversamos con la autora sobre los nexos entre su investigación y la labor educativa que realiza en las cárceles.

¿Cuáles son las bases del proyecto Filosofía en Prisión?

Nuestro proyecto tiene como objetivo activar procesos de dignificación a través de la compañía, la atención o la escucha. Se trata de acompañar reflexivamente a quienes más sufren, y con este acompañar nos referimos al gesto de sentirnos cerca y a la práctica de hablarnos y escucharnos, sin escabullirnos del dolor necesario para pensar nuevas formas de actuar y de enfrentar temas vitales como la libertad, la enfermedad, la soledad, la muerte, el amor… removiendo esas cosas que nos agradan, esos placeres subjetivos que nos movilizan y entusiasman, pero también aquellos miedos que nos paralizan, aquella desesperanza inmovilizadora y resignada que se opone a que podamos especular y soñar con nuevas respuestas, desde esas prisiones que nos condicionan y que, de manera consciente o inconsciente, todos irremediablemente habitamos.

El objetivo de estos talleres es abrir un espacio para el entendimiento, pues consideramos que dialogar y escribir es todo un ejercicio de libertad, tanto dentro como fuera de prisión, pues son muchos los barrotes, las prisiones y las presiones heredadas que todos tenemos en la cabeza. En cierto modo, todos somos prisioneros de nuestras propias emociones y pensamientos y, por ello, nos parecía muy pertinente dar a estos talleres el enfoque de una filosofía aplicada hacia problemas filosóficos y existenciales que nos son comunes, hacia cuestiones humanas que, al ser relatadas y escuchadas, hacen que la vida humana adquiera un valor singular.

¿Cómo surgió y cuáles son los antecedentes? 

Tiene su origen en uno de los proyectos Street Law realizados durante el año académico 2018-19 por mi compañera y amiga, la profesora de filosofía del derecho Marta Albert Márquez, directora de la Clínica Jurídica de la URJC, quien tuvo la idea pionera de sacar adelante un Proyecto piloto Street Law en un centro penitenciario de Madrid como una experiencia ApS especializada en estudios jurídicos universitarios. Basándonos en esos sólidos antecedentes, hemos articulado sobre ese tronco principal todas estas problemáticas en una nueva edición del proyecto « Filosofía en prisión. Aprender a pensar, saber vivir» que llevamos a cabo este curso 2022-23, gracias a la promoción de la Unidad de Cooperación al Desarrollo y Voluntariado de la URJC.

Quizá el mejor modo de conocer los resultados de este proyecto sea a través del libro Concepción Arenal. Claves de emancipación de la mujer que se halla encarcelada (Tecnos 2023), una obra donde se encuentran las pistas heurísticas para la aplicación práctica de la relevante obra educativa, penal y penitenciaria de Concepción Arenal en el proyecto de Filosofía en Prisión. También se puede consultar el Documental «Filosofía en Prisión I» donde recordamos brevemente algunos de los antecedentes que sirven de base a esta investigación y el Documental «Filosofía en Prisión II» con entrevistas a reclusos que actualmente cumplen condena y donde también se exponen las experiencias que nuestro equipo de estudiantes y profesores en centros penitenciarios.

En cierto modo, todos somos prisioneros de nuestras propias emociones y pensamientos.

Usted ha abordado la importancia de «pensar la ciudadanía desde la condición de la vulnerabilidad humana». ¿Cómo se podría lograr esa sinergia y cuál es el papel de la educación?

En efecto, el tema de la vulnerabilidad es central en nuestra investigación porque yo creo que todos experimentamos, en algún momento, esa sensación de cárcel, cuando en la proyección de una vida libre que despierta y se proyecta, por ejemplo, en un trabajo, como vía para crecer y salir de un lugar que aprieta, al tiempo, somos conscientes de nuestra fragilidad y mutua dependencia. De igual forma, el mensaje de Concepción Arenal va directo al corazón de los derechos humanos más básicos de una población vulnerable como son las mujeres reclusas o exreclusas. Siguiendo su misma estela, hemos querido enfocar los distintos aspectos sobre la rehabilitación y las claves de emancipación de la mujer encarcelada, en toda su polisemia, pues son múltiples tipos de prisiones las que nos cercan.

Esto es algo que nos hizo reparar en la verdad que anida en aquello que sentenciaba Ortega de que vivir es haber caído prisionero de un contorno, «vivimos prisioneros de nuestra sombra, que vigila a la puerta de nosotros mismos para no dejarnos escapar». Estar vivo es participar ya de prisiones que, en ocasiones, clausuran toda posibilidad de felicidad y de cambio. La vida nos es impuesta y, por ello, resulta gravosa, plantea dolores, desengaños, tareas indisolubles. Olvidamos siempre que hemos nacido esclavos de un contexto y de unos condicionamientos no elegidos que solo percibimos en su integridad cuando sufrimos injusticias.

Esto mismo es lo que decía Arenal en su obra al subrayar que el dolor, cuando no es un verdugo, «es un gran maestro, pues es una escuela de perfeccionamiento moral: enseña, advierte, modela el espíritu y lo humaniza». Por el contrario, los efectos de los placeres y las sensaciones gratas no nos ponen en contacto con las profundas limitaciones de la vida, no ofrecen oportunidad de aprender ni pensar sobre lo que somos ni sobre lo que nos pasa y, las más de las veces, conducen a una falta de sensibilidad hacia el otro, al egoísmo; lo cual representa también un problema ético y social porque, cuando nos insensibilizamos ante el dolor, nos insensibilizamos también ante la felicidad, ante la gratitud, ante el sentimiento de pertenencia con otros que también son vulnerables.

El primer mandato de la escuela, de esa escuela que cerraría las prisiones, sería pues cuidar esa sensibilidad: acercarnos al otro como a un fin en sí mismo, más que como un instrumento utilitario para nuestros propios planes. Para Arenal, a la luz de su experiencia como Visitadora de Prisiones, el problema en España iba convirtiéndose cada vez más en un problema de educación, un ámbito que quizá pudiera parecer modesto, pero que es condición de posibilidad para la construcción de una vida plena de significación y para sentar las bases de una sociedad democrática y menos violenta.

¿Cuáles son las aportaciones que persisten de la obra de Concepción Arenal? ¿Podemos hablar de la intemporalidad de su legado?

Pensamos que el interés de sus escritos no ha decaído pues muchos de los problemas que ella estudió todavía no han sido resueltos. Demasiadas resistencias dificultan la situación de la mujer y sus condiciones de vida tanto dentro como fuera de las cárceles.  Así, en este libro se pasa lista a cuestiones relacionadas con ámbitos principales como el trabajo, la maternidad, el acceso a la educación y la atención sanitaria donde las mujeres, libres o presas, se siguen encontrando en mayor o menor medida discriminadas.

Ciertamente, Concepción Arenal hizo bien al denunciar la situación de vulnerabilidad de las mujeres que se hallaban entre rejas pues, aún hoy en día, sigue siendo un colectivo minoritario, poco visibilizado y escasamente abordado desde la educación o las medidas sociales y políticas, lo que hace que su situación sea mucho más dificultosa, con un impacto en sus vidas y en sus familias más costoso, al hallarse en un marco de mayor riesgo y conflicto en una estructura penitenciaria masculinizada que, en muchas ocasiones, olvida sus especificidades y enfatiza, aún más, el estigma social y moral que recae sobre la mujer presidiaria y la consideración patológica de la delincuente femenina.

Concepción Arenal hizo bien al denunciar la situación de vulnerabilidad de las mujeres que se hallaban entre rejas pues, aún hoy en día, sigue siendo un colectivo minoritario.

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajo con la población reclusa?

Confrontarse con los grupos más vulnerables, con personas privadas de libertad, confinadas, no por semanas ni meses, sino durante años, ha comportado pues una gran enseñanza para nosotros y es que, cuando entramos a los talleres, no están ahí la profesora y los convictos, sino solo personas enfrentadas a su propia naturaleza y dispuestas a reflexionar, cada una desde su vulnerabilidad, sobre temas humanos que nos son comunes. En prisión, como en muchas situaciones límite, los docentes nos convertimos en un alumno más.

Hay mucho que aprender en prisión. Porque este acompañar a los presos también supone sabernos comunidad, reconocernos como iguales en lo que nos identifica, en nuestra vulnerabilidad compartida. Por eso creo que debemos cuidar ese lazo solidario con quien está más aislado, con quien está —o al menos se siente— abandonado y muchas veces desbordado en esa tempestad de emociones que se producen con la quiebra de los proyectos personales cuando uno está aislado en su propia mente, en la prisión o simplemente incomunicado y deprimido en una residencia o en una casa donde nunca suena el timbre, y no sabe cómo tomar las riendas para no descabalgar abruptamente de este potro duro de soledad y anhelos.

Por eso, para muchos de ellos, la esperanza radica en esa segunda oportunidad que nos da la vida a través de la educación, de aprender todo aquello que quizá por desgracia no se ha tenido acceso desde un punto de vista del lugar en que a uno le tocó nacer. Por eso pensamos que hoy día es más necesario que nunca el cultivo de la libertad dentro de la prisión.

¿Considera que la sociedad española y la institucionalidad del país está dispuesta a establecer (y profundizar) ese diálogo que puede emerger desde el interior de las prisiones?

Trabajar con los presos ha resultado ser un reto muy estimulante que ha cambiado nuestra manera de entender la justicia, la pena y la función social del Estado. Esta es una de las fortalezas y quizá uno de los aspectos más novedosos que podrían señalarse como aportación de este libro: y es que la experiencia de la condena y de la prisión nos enseña el carácter revelador del dolor y del delito, algo que no nos deja indiferentes y que implica también hacer una reflexión sobre la misión social del derecho y la importancia de trabajar en la reducción de las desigualdades, mediante el compromiso institucional de impulsar acciones educativas que favorezcan el desarrollo de los entornos sociales más desfavorecidos.

Es importante también dar cuenta de cómo el entrenamiento filosófico forma una parte esencial del proceso de reinserción de los presos y en la defensa de los derechos humanos, pues la palabra que ellos dan en los talleres como la que reciben, los incluyen en el mundo antes de que terminen su condena, conecta a los de dentro con los de afuera y viceversa. Este es también el sentido de una pedagogía penitenciaria en materia filosófica que todo buen sistema de reinserción social penitenciario debería conocer: ser capaz de habitar más allá de los muros de la cárcel, de las cárceles que todos habitamos.

En prisión, como en muchas situaciones límite, los docentes nos convertimos en un alumno más.

¿Qué ha sido lo más difícil en el desarrollo del Proyecto y cuánto puede aportar el libro Claves de emancipación de la mujer que se halla encarcelada, para lograr una mayor receptividad e influencia en torno al tema? 

Una de las problemáticas más difíciles que se abordan en las páginas de este libro es que la semblanza moral de Concepción Arenal que se compone a través de los diferentes conceptos que articulan su obra, no constituyen únicamente un estudio donde solo se hable de Arenal, sino que esta investigación —en la línea con lo que la propia Arenal hubiera acometido como tarea— comparte además una amplia vocación social y se acerca con respetuoso interés y no sin cierto desasosiego a una realidad carcelaria hasta entonces desconocida —como es la situación de las mujeres en los centros penitenciarios de España. Esto implica atreverse a estudiar el cúmulo de problemas a los que deben hacer frente y a mirar lo que hay detrás de las conductas delictivas cometidas por las mujeres (violencia, abusos sexuales, abandono, desempleo, drogas, estigmatización, criminalización de las mujeres, falta de oportunidades…)— con una metodología práctica de talleres implementada quizá por primera vez en nuestro país, lo cual dota a esta investigación de un carácter innovador y aplicado que permite extraer datos relevantes sobre el estado de los centros penitenciarios españoles en el siglo XXI, para hacer un análisis comparativo con la situación de las mujeres en los centros penitenciarios de los siglos XIX y XX, con el fin de ofrecérselo a un lector contemporáneo. Considero que aporta una mirada reflexiva sobre los problemas acuciantes de su tiempo que, en cierta medida, siguen siendo del nuestro. Queda aún mucho por hacer, pero ahí tenemos el legado de una obra valiosa, para seguir reflexionando sobre las palabras de Concepción Arena

Yenys Laura Prieto
Yenys Laura Prieto
Periodista, poeta y creadora de contenidos audiovisuales. Es egresada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y cursó un Máster en Literatura Española e Hispanoamericana, Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Salamanca. Autora de "Maleza" (Libero editorial, 2023).

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