Una novela en el diván: salud mental en la literatura reciente

«¡Cuántos días sin importancia! Los días sin importancia (…) me pesaban encima. Me pesaban como una cuadrada piedra gris en el cerebro», escribía hace casi un siglo Carmen Laforet en Nada, describiendo uno de tantos episodios depresivos que poblarían las páginas de sus novelas. Después de la pandemia y las cuarentenas, el interés por la salud mental ha aumentado hasta el punto de que el bienestar emocional, psicológico y social de las personas ha llegado a ser, según el CIS, unos de los temas principales entre las preocupaciones ciudadanas.

La falta de salud mental pareció manifestarse sobre todo en las personas más jóvenes: en España el suicidio es la principal causa de muerte en la horquilla de entre 14 y 29 años de edad y, según la Confederación de Salud Mental, una de cada cuatro personas tiene o tendrá algún problema psicológico a lo largo de su vida. Por supuesto, estas enfermedades siempre han existido. 

Pero la Generación Z, además de mostrarse especialmente vulnerable a estas, está formada por nativos digitales especialmente sensibilizados y que han contribuido en la transformación de la Red como un espacio de diálogo comunitario; en un lugar donde esta temática, tratada frecuentemente como un tabú en otros tiempos (y aún hoy todavía está lejos de ser completamente liberada de prejuicios, sesgos y discriminaciones), ha avanzado cualitativamente para encontrar un espacio de atención en la esfera pública.

Si en Internet se crean redes de transformación de la actualidad, estas no son ni mucho menos las únicas: El arte es una tradicional herramienta de expresión cristalizada en formas culturales… que también provoca transformaciones sociales. En los últimos tiempos han aflorado novelas que se convierten en el vórtice de esta preocupación por la salud mental. Con frecuencia, aunque se trate de obras de ficción, contienen historias que beben de la realidad. Es el caso de una obra que, aunque fue escrita hace medio siglo, ha sido redescubierta recientemente en España: La campana de cristal de Sylvia Plath, una autoficción del episodio depresivo de la autora que invita al lector a leer e investigar. Publicada por primera vez en 1963, de este famoso libro y su autora se han hecho recientemente monográficos para analizarlo, ejemplo de ello son La mujer en silencio de Janet Malcolm (Editorial Gedisa, 2017) o Cometa rojo por Heather Clark (Bamba Editorial, 2023). La única novela de Plath, aunque lejana en el tiempo, ha sido recientemente reivindicada por tratar el asunto de la depresión.

Depresión, ansiedad y trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son algunas de las afecciones más visibles en los libros que aluden a los desequilibrios psíquicos. Mi año de descanso y relajación de Ottessa Moshfegh (Alfaguara, 2019) podría ser el volumen más representativo de la idea de que la Generación Z, afectada por el pesimismo y las dolencias mentales, reivindica para sí el derecho a la salud mental y acusa a las generaciones precedentes de construir el ideal de Estado de Bienestar ignorando casi por completo el bienestar emocional. La historia escrita por Moshfegh resulta paradigmática porque sus personajes sufren, enmarcados al principio de los 2000, una época idealizada por GenZ (véase el género musical Lo-fi). El malestar en la época de bonanza revela crítica, y si esta se hace con el sarcasmo propio del libro las conclusiones son de un pesimismo que rechaza un sistema contraproducente con la paz mental.

En el hilo de esta temática, uno de los libros españoles que sorprende por su popularidad es el de Por si las voces vuelven (Editorial Planeta, 2021) de Ángel Martín. Clasificado como «no ficción», narra un brote psicótico de su autor y aborda el tema de la «locura». De esta publicación lo relevante es el interés que suscitó en los lectores la realidad de sufrir un trastorno de esta clase. Como temática principal o subyacente, otros libros recogen el testigo de las enfermedades mentales y el cuidado de la salud psíquica tanto en España como en el mundo Occidental. Se hace desde distintos enfoques literarios, pero en general recogen el mensaje de la importancia de mantener y construir una vida saludable, tanto individual como colectiva. Otras expresiones artísticas son prueba de ello como en el cine y la música.

Es necesario apuntar que los libros y la literatura existen en un contexto económico y que como industria responden a los engranajes de los mercados. La publicación y el consumo de estos productos culturales obedecen a la coyuntura general, que la GenZ exista y se identifique con unos valores determina una parte de las narrativas que nos encontramos. De todas maneras, más allá de los condicionantes del mercado la literatura sigue siendo un espacio de entretenimiento, aprendizaje y reflexión. La novela está lejos de ser inocua y como espacio abierto a grandes públicos seguir de cerca la tendencia de estas nos dará notas claves para rastrear el estado de actualidad.

Sofía Giraldo
Catalana-colombiana, graduada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Forma parte del equipo de @estaciondecult. Twitter: @SofiaGiraldoC

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