Oriette D’Angelo: «Abrir la boca del poema como evidencia del horror»

La enunciación del poema como testigo y voz, ante la herida, convierte la escritura de Oriette D´Angelo en una sutura que penetra la realidad para completarla. Donde hubo ocultamientos, hace del verso un lugar de revelaciones; sobre todo, cuando se trata de cuerpos marcados por la violencia o el dolor. Para esta escritora, artista visual y académica venezolana; la poesía puede ser un artefacto del consuelo, una hendidura en la memoria, otra «forma de enfrentar el precipicio».

Con el poemario En mi boca se abrirá la noche (Libero Editorial, 2023), D´Angelo construye un testimonio visceral y reflexivo sobre la violencia de género, no sólo para documentar sino también para humanizar tragedias como la de Joaquina Alcina Sánchez y Oriana Monasterios, dos víctimas de feminicidio en Venezuela. La historia de terror vivida por las dos mujeres reaparece como grito que denuncia la naturaleza social y política del crimen. «Aquí no está pasando nada/pero/está ocurriendo/está pasando», nos dice Oriette mientras la boca se abre otra vez en el poema como «anuncio de guerra».

Sus versos interrogan, remueven los huesos calcinados, hurgan bajo tierra, revelan la vida trunca, quizás porque «olvidar es dolerse en la memoria». En el libro se presiente que mirar hacia otro lado, negar las balas y los «ojos que acechan» es pactar con la historia de depredación que ha segado la vida de tantas mujeres que no salieron ilesas del horror.

Para acercarnos a la obra de Oriette es preciso leer también sus entornos de aprendizaje. Su formación como abogada, su trabajo como académica y gestora cultural —interesada especialmente en la escritura de autoría femenina— confluyen en su difusión incesante de los relatos femeninos como formas de empoderamiento, denuncia y reivindicación. En mi boca se abrirá la noche ofrece una mirada íntima sobre la violencia: desgarra el vendaje truculento del sensacionalismo para intentar restituir las voces arrebatadas a estas dos mujeres. Por eso, es preciso «saber de esto», «crecer con esto», nos dice en uno de los textos. Para penetrar la raíz del libro y el gesto contenido en esta obra, conversamos con Oriette D´Angelo (Caracas, 1990). Comenzamos explorando la pulsión que define la escritura de En mi boca se abrirá la noche y el origen de ese «rumor que aprieta la mandíbula».

¿Cómo surgió la idea de abordar el tema de los feminicidios en tu obra poética y qué motivaciones, personales o sociales, te llevaron a denunciar esa realidad?

Los temas que abordo en mi poesía son bastante orgánicos para mí. Desde que empecé a escribir poesía, especialmente con mi primer libro, Cardiopatías (2016), sentí la necesidad de escribir sobre temas relacionados con algún tipo de justicia social. Por supuesto, el feminismo siempre ha atravesado mi poesía, así que llegué a escribir sobre el tema por una necesidad interna de sacar y denunciar los distintos abusos por los que atravesamos las mujeres.

¿Qué desafíos encontraste al escribir «En mi boca se abrirá la noche» y cómo manejaste la responsabilidad de testificar/representar estas tragedias a través de la poesía?

El mayor desafío fue escribir el libro sin caer en la explotación del caso. Lo que ocurrió con Joaquina Alcina Sánchez y su hija, Oriana Monasterios, no tiene nombre y hacerlo a través de un libro de poesía representó un reto muy grande. Sin embargo, quise buscar un punto en común con la historia de la infancia, el cuerpo, la enfermedad y las relaciones maternas. Quise, de alguna manera, humanizar la voz de una mujer cuyo cuerpo fue explotado hasta en los medios de comunicación. Lamentablemente, denunciar un feminicidio es denunciar muchos más, así que quise que el libro fuese un punto de encuentro entre esas voces que claman justicia. También quise que fuese un homenaje para Joaquina y Oriana.

¿Consideras que la poesía puede capturar y expresar la complejidad de ciertos momentos históricos? ¿Crees en la poesía como documento?

Sí, creo en la poesía como documento. Escribir poesía parte siempre de la mirada subjetiva, pero la mirada subjetiva también está plagada de esos momentos que acompañan y fijan la historia. La poesía puede ser tan fiel a una perspectiva de la historia como lo es cualquier otro género literario. Al final, es una forma de ordenar el contexto a través del lenguaje.

¿El proceso de escribir sobre feminicidios ha afectado tu propia perspectiva y conciencia sobre la violencia de género en Venezuela?

Sí, escribir sobre el caso de Joaquina y Oriana afectó mi perspectiva y conciencia sobre la violencia de género en Venezuela. Estudié Derecho, así que ya estaba familiarizada con el tema de la impunidad, vacíos legales y tardanzas procesales, todos implícitos a la hora de iniciar procedimientos legales. En Venezuela tenemos la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, aprobada apenas en el año 2007. A pesar de la existencia de esta ley, siento que todavía las instituciones tardan en identificar si un asesinato se cometió por razones de género o no, así que no se puede confiar mucho en las cifras oficiales que arroja nuestro gobierno. Escribir un libro al respecto fue doloroso porque tuve que enfrentarme con distintas crónicas policiales sobre el caso y tuve que toparme con las fotos una y otra vez. Sin duda, afectó mi forma de trabajar el lenguaje poético del libro ya que no quería que lo directo fuese amarillista o que se sintiera que estaba explotando una situación dolorosa.

Como gestora cultural fundaste la revista digital Digo.palabra.txt y el proyecto #PoetasVenezolanas para la difusión de la poesía venezolana, especialmente de la escritura de mujeres. ¿Influyeron estos proyectos en la creación de tu libro más reciente?

No creo que los proyectos hayan influido en la escritura de mi libro. Creo que con estos proyectos me ocurre algo diferente. Gestiono Digo.palabra.txt y #PoetasVenezolanas para salir de mí misma, para centrarme en otras voces y promover la escritura de mi generación (en caso de Digo.palabra.txt) y de generaciones anteriores (en el caso de #PoetasVenezolanas). Lo separo por completo de mi escritura. Si bien todo lo que hago tiene cierta coherencia, sí utilizo esos espacios para publicar contenido que denuncia violencia de género. Por ejemplo, en un mes saldrá una antología en Digo.palabra.txt con textos que fueron resultado de un taller sobre violencia de género que dicté hace unas semanas.

En tu obra también se percibe el influjo de la teoría feminista. ¿Cómo integras estos conceptos en tu poesía y de qué manera enriquecen la comprensión de los feminicidios y la violencia de género en tu país?

Me gusta integrarlo de manera muy orgánica. Escribir poesía es la forma que encuentro de protestar sobre lo que me parece injusto. Leer sobre teoría feminista me permite comprender el atraso que existe en Venezuela en materia de protección de derechos, pero también me permite ayudar a ser parte del cambio tanto con mi escritura como con mi gestión cultural. El feminismo es, al final, una forma importante de mirar.

Has señalado que la escritura poética puede ser un consuelo, un registro, pero no estás segura de que pueda cambiar la realidad. ¿Cómo reconcilias la función consoladora y testimonial de la poesía con la esperanza de generar cambios sociales?

Me gusta pensar que la poesía genera cambios en aquellos que la leen, bien sea una chispa de emoción, de nostalgia, de tristeza. Muchas veces escribo sobre cosas que pueden resonar con otros. A veces me gustaría que mi poesía no fuese relevante porque eso significaría que los temas que trabajo tampoco lo son.

«En mi boca se abrirá la noche» aborda cifras impactantes como el número de muertes violentas en Venezuela. ¿Puede ser el archivo un material poético?

Sí, lo es. Me gusta mucho la poesía documental, por ejemplo, pero incluso la poesía que no es documental puede ser un testimonio. Siento que todo puede ser sujeto a convertirse en material poético, lo que cambia siempre tiene que ver con la forma de trabajar el lenguaje.

Tu obra aborda el sufrimiento y la violencia en Venezuela, pero también hay una belleza desgarrada que acentúas a través del lenguaje poético. ¿Cómo manejas esa dualidad que rodea al horror?

Honestamente, todo surge de manera muy orgánica. Me gusta trabajar mucho con la antítesis, así que trabajar el horror implica al mismo tiempo trabajar la belleza. Supongo que es una especie de redención o de consuelo.

Has expresado que la poesía puede ser un consuelo, incluso en medio de la barbarie. ¿Cómo encuentras consuelo en tu propia poesía y qué mensaje esperas transmitir a aquellos que se acercan a tu obra?

Me gusta que mi poesía pueda acompañar a los demás, que no sea ajena a sufrimientos que me parece que son, lamentablemente, universales. Escribo siempre desde mi cuerpo de mujer y como mujer sufro de microagresiones y/o agresiones de manera constante. Escribir me ayuda a manifestarme en contra de esas agresiones, así que es un tipo de consuelo poder tener un medio para canalizar, a través del lenguaje, esos episodios de violencia.


Oriette D’Angelo (Caracas, 1990). Escritora, artista visual y académica. Actualmente estudia el PhD en Español de la Universidad de Iowa, donde también cursó el MFA de Escritura Creativa en español. Fundadora y editora de la revista digital Digo.palabra.txt y del proyecto de investigación y difusión #PoetasVenezolanas. Magíster en Digital Communications & Media Arts por DePaul University, Chicago. Autora de los libros: En mi boca se abrirá la noche (Libero Editorial, 2023); Pájaro que muerde. Diario de Iowa, 2018-2019 (LP5 Editora, 2022); Inquietud (Digo.palabra.txt, 2021; traducido al inglés por Lupita Eyde-Tucker como Restlessness y próximo a publicar por Scrambler Books en 2023) y Cardiopatías (Monte Ávila Editores, 2016; Premio para Obras de Autores Inéditos, 2014). Seleccionó y prologó la antología de poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (Team Poetero Ediciones, 2017). En 2015 obtuvo el segundo lugar en el I Concurso de Crónicas de la Fundación Seguros Caracas y en 2016 el tercer lugar en el Concurso Iberoamericano de Poesía «Letras de Libertad» de Un Mundo Sin Mordaza. Enseña talleres de escritura, pinta y hace collages.

Yenys Laura Prieto
Periodista, poeta y creadora de contenidos audiovisuales. Es egresada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y cursó un Máster en Literatura Española e Hispanoamericana, Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Salamanca. Autora de «Maleza» (Libero editorial, 2023).

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